Cuando llegamos a Budapest no podíamos creérnoslo, estaba lloviendo una burrada y no solo eso, nos estaban cayendo los truenos encima, pero encima de verdad. Alguien me enseñó hace tiempo que cuando ves caer un rayo, tienes que ponerte a contar hasta que se escucha el sonido del trueno. Se supone que cada segundo es un kilómetro de distancia. Bueno pues estos venían de la mano y sonaban que te cagas. Tuvimos que correr hasta la entrada a los andenes, joder, y encima tan panchos en camiseta y pantaloneta. No quería traer chubasquero pero al final mi madre me obligó, gracias mama. Estuvimos hablando con unos tios que cambiaban dinero, aquí en Hungría la moneda es el florín, hicimos cuentas para que no nos timaran, y como no estaba mal pues les cambiamos 10 euros para poder pillar un metro.
La carrera hasta la boca de metro fué mortal también, y además no se oían más que bomberos y bocinas de ambulancias, no se que caos se desató ese día en Budapest, nosotros solo nos mojamos, pero acojonaba. Cuando volvimos a salir del metro ya casi no llovía menos mal. Pusimos rumbo al hostal. Grand Party Hostel, ¿a que suena bien? pues sí, es la polla. La entrada es una puerta de garaje que da a un patio enorme lleno de arbolitos y arbustos, con unas 30 mesas así escondidas entre los arbustos, en el patio hay también un bar y un futbolín. Parece una casa okupa, todo lleno de grafitis, un pelín sucio, poca organización y los propietarios son una pandilla que no pasa de los 30, unos 4 tios y 2 tias, llenos de piercings y tatuajes, viven aquí y se lo pasan de puta madre. Rodeando el patio están las habitaciones, pero un piso más arriba, son todas mixtas, de entre 8 y 14 personas.
Nos estuvieron explicando un poco las normas del hostal, tenían hasta varias sex-rooms, tenías que pedirles la llave y tenías una hora. Nos pusieron a los dos una pulserita con la dirección, por si nos poníamos muy ciegos y no sabíamos volver. Que hostal más heavy, uno nos acompañó hasta las habitaciones, nos había tocado en habitaciones distintas, pero daba igual, estaba una puerta enfrente de la otra. Nos preguntó cual queríamos y cada uno dijimos la que teníamos al lado. Se empezó a reir y dijo, la de la derecha está llena de tias, y afirmó en silencio, dándonos a entender que eran pivones. Los dos nos alteramos, decidimos jugarnoslo a pares o nones, y la verdad, fuí un guarro!!! Yo pedí nones, pero salió pares y enseguida dije: bien , me ha tocado, y cogí las llaves. Emilio se quedó ahi quieto pensando: ¿en España será así? Hasta que abrí la puerta, le miré y me descojoné. Empezó a cagarse en mi madre, así que cerré, estaban todas dormidas. Buah, empecé a contar, 7 tias, y una cama vacía, dejé mis cosas y salí corriendo a contárselo a Emilio. Volví y me dí una ducha, volvimos a escontrarnos fuera y bajamos al bar a desayunar. Nos comimos un sandwich de bacon, queso, huevo frito... un zumo de naranja y un cortao. Adiós florines, así que nos preparamos la mochila, pedimos mapas a los del hostal y salimos.
Cambiamos dinero y nos sentimos ultramillonarios, con 60 euros cada uno no se si nos dieron 20.000 florines, un buen fajo. Empezamos a andar hacia el centro y nos encontramos a unos tios que daban publicidad de unos autobuses que te hacían rutas turísticas por la ciudad, con unos cascos te iban explicando en español cosas importantes de los sitios por donde pasabas, te podías bajar y subir donde quisieras y además incluía una vuelta en barco por el Danubio, no costaba ni 10 euros así que lo compramos. La ruta del bus nos dejaba en los sitios más importantes. Lo de los cascos era un poco basura, decía cosas un poco estúpidas y no daba tiempo a fijarse en todo. Había gente que echaba fotos desde el autobús y las pasaba putas. En cuanto llegamos a un monumento que tenía un parque muy grande detrás nos bajamos.
Echamos un par de fotos y nos dimos una vuelta por el parque, no solo era parque, había también un circo, un parque de atracciones, un castillo y el spa más grande de Budapest, uno de los más grandes de Europa. Mañana venimos fijo, vale 12 euros y puedes estar todo el día, además nunca he estado en uno. Entramos al castillo, seguimos dando vueltas y llegamos a una placita llena de gente, estaban todos haciendo cosas, collares, figuras de cerámica, hinchando globos... había carteles de algo de una iglesia. Se nos acercó una señora mayor muy simpática y nos empezó a hacer preguntas, de donde eramos tal y cual, nos dijo que esperaramos y trajo a una chica así de nuestra edad. Ala, aquí la teneis, sois jóvenes, hablad. Hubo dos segundos de tensión pero la chica era muy maja, estuvimos un rato hablando, hasta que nos quedamos en blanco, bueno, fuímos educados al fin y al cabo. Creo que lo que querían era que nos quedasemos haciendo cosas, pero vaya, no estabamos por la labor así que nos despedimos cordialmente, que chica más maja, sonreía un montón.
Empezó a chispear y llevabamos tres horas andando así que cogimos el bus donde nos había dejado y volvimos cerca del hostal. Nos metimos a comer a un burguer y fuimos al hostal para echarnos la siesta. En mi habitación seguían todas dormidas pero cuando entré se medio despertaron dos, les saludé y hablamos un poquillo así en voz baja. Eran de Estados Unidos. Se levantaron y salieron, yo me tumbé pero no había manera de dormir así que salí un rato a la terraza a escribir. Ahí estaba Emilio, resulta que el pobre aún no tenía cama. Una norma del hostal era que el día que ya te vas no hay hora para que dejes la habitación, te puedes quedar hasta las 12 de la noche durmiendo la mona, ahora Emilio lo estaba pagando, pero son las normas del hostal.
Cerveza de medio litro a un euro, como mola, estuvimos un rato en la terraza. Emilio quería ir al castillo al otro lado del rio, yo me quería cortar el pelo, pero sabía que en cuanto se lo dijera me iba a rayar. La gente no entiende, para mí dos semanas es el jodido limite, aunque parezca que lo tengo corto a los lados parece que llevo un casco. Traté de explicárselo pero no hubo manera, también quería llamar a Ana, la chica que conocí en el tren camino de Praga, y prefería quedar con ella yo solo, porque le había comentado antes a Emilio que igual la llamaba y me dijo que él también quería conocerla, y a sus amigas. No me hizo mucha gracia así que necesitaba estar solo en fín, y cortarme el pelo. Le acompañé a Emilio al autobus y mientras llegaba preguntamos a un hombre donde había una peluqueria buena, me dijo que cerca, pero se rió y dijo que ya tenía el pelo corto, entre Emilio y este hombre me van a amargar.
Empecé a andar hacia la pelu y tuve que dar un montón de vueltas y preguntar a más gente hasta que por fín llegué. Vaya liada porque me sentaron nada más llegar y no había planeado como decirle a la chica en inglés que me lo cortara. Encima la tia no tenía ni papa de inglés, tuve que decirle al de al lado que me tradujera, pero no me quedé muy tranquilo con todo. Tuve que interrumpirla un par de veces, y la tia no sabía hacerme la cresta, al tercer o cuarto intento ya ví que era o eso, o directamente que me rapara la cabeza así que dí el trabajo por finalizado.
Cuando salí a la calle llamé a Ana, pero estaba en Berlín otra vez, vaya chasco, le deseé suerte buscando trabajo y le dije que me llamara si algún día iba a España, pero en fín, que pena, me encantaba esa chica, era genial.
Mientras volvía al hostal cayó otro chaparrón y tuve que resguardarme en unos portales, que manera de llover, en 20 minutos la calle era un lago. Pobre Emilio, a saber donde está. Decidí darle una sorpresa y entré a un supermercado a comprar unas birras, tanto aquí como en Praga las cervezas las tienen siempre en nevera, es la polla. Y otra cosa, de momento, en Berlín, Praga, y aquí, pagas también la botella, si vuelves al supermercado con la botella vacía te devuelven el dinero de la botella, al final las cervezas salen a precio de risa así que ya sabeis, colaborad con el medio ambiente.
Antes de llegar al hostal me dieron una ostia por detrás, era Emilio, entramos y nos bebimos una birra, ya había gentecilla en la terraza. Estuvimos hablando con un chaval muy simpático, cuando le preguntamos de donde era Emilio a poco se mea de risa. Le había dicho que al primer inglés que nos encontraramos solo, teníamos que atracarle, matarle y tirar su cuerpo al Danubio, pero el tio era más majo que el copón, le perdonamos lo que nos hicieron sus primos del equipo de rugby.
Subimos a los cuartos a ducharnos, había dos tías, una era de Bratislava y la otra inglesa, estudiaban juntas en Inglaterra y estaban las dos como un queso. Pues no se como lo habían hecho los del hostal, pero había 8 camas y eramos 9, estas chicas acababan de llegar y solo había una cama libre. Empezaron a vacilarme con que igual tenía que dormir con alguna, buaaaaaaa, les seguí un poco el juego, pero solo quedó en eso. Ya duchado busqué a Emilio y nos fuimos a cenar, tocaba Kebab, menos mal que estamos todo el día andando, si no estaría ya extragordo. Estaba que flipas, y Emilio, que nunca había comido Kebabs antes de venir a Europa, lo calificó como el mejor Kebab que se había comido nunca.
Volvimos al hostal y nos sentamos en la terraza, estuvimos ahi charlando un rato, se nos acercó uno de los dueños del hostal y dijo que se iban a ir unos cuantos a un bar donde nos iban a hacer descuentos. Nos apuntamos y salimos detrás, ibamos unas 40 personas, sorteando charcos y andando en fila india por aceras estrechas. Por el camino empezamos a hablar con unos australianos que decían que sabían un sitio mejor para ir, pero al final fuimos todos juntos.
El bar donde nos llevaron estaba hasta los topes, dentro ya nos dispersamos y Emilio y yo fuimos a la barra. 20 minutos en la barra, llamando al imbecil del camarero, haciendole señas... pasaba de nosotros. Yo ya me cabreé y nos piramos. Entramos al primer bar que vimos abierto. Era una taberna pequeña con mesitas y al fondo había una libre. Estaba lleno de hungaros jovenes, pero muy a gusto, todos sentaos a su rollo. Echamos medio litro y como había ya ganas de acción fuimos a la barra a pedir chupitos. Buah, ahí empezó el mal. Le pedimos que nos sorprendiera y resulta que el tio preparaba él mismo un licor especial. Vió que no teníamos fondo así que acabó invitandonos a unos cuantos.
Salimos del bar como las motos, partiéndonos el culo. Y si ibamos poco contentos, por cada bar que pasabamos entrábamos a tomar un chupito de tequila. Nos encontramos a unos chavales y les preguntamos donde había una discoteca guapa. Nos hablaron de una isla en medio del Danubio que estaba llena de discotecas, que estaba a las afueras de Budapest pero podíamos ir en taxi. Entre que ibamos ciegos y que sonaba un poco a chino empezamos a discutir delante de ellos. MIRALES!! NOS ESTÁN MINTIENDO!! ES MENTIRA!! Nos fuimos sin creerles y seguimos andando sin rumbo, como cada persona que preguntabamos nos mandaba a un sitio diferente al final encontramos un taxi y resulta que sabía de lo que hablabamos. A los 10 minutos llegamos a la isla. Era la polla, había un montón de discotecas en plan terraza con musicón y llenas de gente. El perro de Emilio se comió la boca con una húngara, yo me quedé bailando con su amiga, que estaba como un queso y parecía simpática, pero pasando de cine porque la acababa de ver morreandose con un tio, que tonto fuí, a los 5 minutos estaba morreandose, pero con otro tio distinto...
Fuimos los 4 a la barra, y no tenían ni idea de inglés, así que se fué todo al garete, era tan estúpido que nos dimos todos la vuelta sin decir ni mu.
De ahí entramos a una discoteca que se llamaba Coronita, esta ya era de Techno duro, en plan garito oscuro sin apenas luces. Estaba un poco vacía y Emilio al final consiguió sacarme contra mi voluntad. Era hora de volver al hostal. Fuimos pidiendo precios a los 20 taxis que había a la entrada del recinto y finalmente llegamos a las 7 de la mañana.
En mi habitación estaban todas dormidas como troncas, me acerqué a mi taquila e hice todo el ruido del mundo, pero nada, no se movía ni un alma. Jodidas guiris, a las 2 ya superciegas y a las 3 a dormir, en fín. A dormir que ya vale ya.